En la parte más alta del pueblo de Valdeande, junto a la iglesia de San Pedro Apóstol, permanece majestuoso un gran árbol centenario repleto de sus frutos rojos, el Moral, desde donde pueden verse las tierras de la Ribera del Duero, tierras de viñedos, cereal y bodegas subterráneas que en los meses de vendimia suponen un hervidero de trabajo y gente que desde hace siglos recogen los frutos de la vid. Debajo de ese árbol nace este vino, un homenaje a los recuerdos de visitar esta tierra familiar y entretenernos con nuestra madre recogiendo esas moras que teñían las manos de rojo y dejaban los labios violeta, para convertirlo ahora en un vino con Alma